lunes, 22 de agosto de 2022

Marisa Pérez Alonso



Nació en Guaymallén, Mendoza, en 1966. Se recibió de Licenciada en Letras modernas en la Universidad Nacional de Cuyo. Trabajó como tutora de español y de literatura para estudiantes extranjeros en la empresa IFSA- Butler. Trabaja como profesora de lengua y literatura en el Nivel Superior y como facilitadora en talleres de escritura y de lectura.
En 2008 obtuvo mención honorífica en el tercer Concurso de Novela Los jóvenes del Mercosur, Córdoba, con su novela Mundos peregrinos. En 2021 recibió una mención de honor en el concurso Premio Vendimia, categoría infantil con su novela Bailarina.
Algunas de sus obras publicadas son: De la luna y otros monstruos. Antología de cuentos (editorial del Canto Rodado, 2001), Juan de este mundo (Novela, editorial Elevé, 2012; reedición en 2018 por editorial Del Naranjo), Cartas para una ballena (novela, editorial Bambalí, 2019)
Además: Audiocuento Inscripción al aquelarre en Audioteca de Consejo Federal de Inversiones. Representando a Mendoza. 2020 Participación en la antología de cuentos para primaria, Cuentos con patas (editorial Mandioca.) Participación en el libro Cuerpos urgentes de la Colectiva Escritoras por la IVE (editorial Mola) Participación en el poemario en homenaje a la obra de Gianni Rodari, Abecedari rimalimonari (editorial Rima Limón), La mujer cactus (Poemario, editorial Rima limón, 2021)..


Por adelantado


Para la muerte, desnudo mis ojos 
y mis palabras.
Que no llegue ella antes
de que haya logrado yo
ser mi verdad.

Para la muerte germino una casa
y un bosque
que me mantengan siempre de viaje,
asombrada ante cada semilla.

Para la muerte, elegiré las flores 
y los poemas
que brotarán en mi cabeza
para señalar que algo
sigue vivo…

Para la muerte
despejo este pecho palpitante y usurero,
que no se distraiga 
que no se demore
y que sea rápida, precisa, feliz.


Poema maldito

Si la palabra se vuelve hoja,
cara amarilla de la vejez,
ajada de sequedad…  sea
un oasis el silencio.

Si el grito es sólo felicidad
mal contenida
o carne abierta y sangrada,
pueda soltarlo en medio de una muchedumbre
que lo multiplique y lo adopte como sustento.

Si el carozo del sentido no germina en tu boca, que
la palabra, esa puerta, se vuelva polvo,
revuelva oscuridad, despliegue humo.

Si la retahíla de su existencia no es
vibrar febril y sudoroso entre sábanas,
provocación militante y subversiva,
furia de los sentidos y sinsentidos,
mejor el destierro,
la ceguera,
que muera en el papel en blanco.

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