miércoles, 24 de agosto de 2022

Hernán Schillagi



Nació en 1976 en la ciudad de San Martín (Mendoza, Argentina). En el año 2002, Mundo ventana (poemas), fue publicado por Libros de Piedra Infinita, editorial que dirige junto a Fernando G. Toledo. En 2007 apareció, en la Colección de Poesía Desierta, Pájaros de tierra. Fue galardonado con el Primer premio en el Certamen Literario Vendimia de poesía 2008 con el libro Primera persona (Ediciones Culturales de Mendoza, 2009). En 2011 publicó la edición digital de su primer libro de relatos breves, El dragón pregunta. En 2013 aparecieron Gallito ciego, selección de poemas 2007-2013 (Libros de Piedra Infinita) y La visión del anfibio (ensayos, edición digital). En 2014, el poemario Ciencia ficción fue editado por la Colección El Desaguadero (Libros de Piedra Infinita). Fue uno de los coordinadores del Festival Internacional de Poesía de Mendoza por dos años (2016-2017). Publicó en 2016 la novela De los Portones al Arco (Libros de Piedra Infinita) y, en 2017, ganó el Primer premio en el Certamen Literario Vendimia de Novela con el libro Los cuadernos de Gloria. En 2020, publicó el libro de ensayos y crónicas breves Fritanga maravillosa y el de poemas Lengua padre.



solo para emergencias

 
 
tu asiento bien podría ser
un simulador de vuelo pero no
 
vas en línea recta con los demás pasajeros
el corazón a los saltos por cada bache
badén lomo de burro y frenadas 
que logran mezclar la materia luminosa de tus sueños
con las sombras de la realidad
 
hace cuarenta minutos que sos parte
de una cápsula metálica que atraviesa fugaz
las entrañas del suburbio el chofer
prende la radio y es agua que cae de los parlantes
y te salpica «mis manos ya son de barro
de tanto apretar el dolor» entonces
te das cuenta de que nunca vas a llegar a tiempo
cuenta de que es imposible dejar al olvido
en alguna parada hacerle una promesa fácil
y seguir solo como si una emergencia
en la mitad de la noche
justificara toda cobarde fuga



melodía familiar

mi padre era leonardo favio
o al menos la voz de mi viejo
podía guitarrearla de vez en cuando
al entrar a mi departamento
de recién casado con tres muebles
y cuatro acordes inseguros
que sabían completar el vacío
y la incomodidad 

años sin hablarnos y una promesa
como estribillo «no revolver el pasado»
así los tonos otra vez cambiaban a graves 
para imitar una melodía familiar
la cadencia terrosa que cantaba
y encantaba el presente pero otra vez
el rencor otra vez las notas oscuras 
para que todo pacto pasara a ser 
una esquiva crónica de niños solos

el siglo se moría y sobre mi lengua 
un milenio entero para entender 
por qué nuestra frecuencia sonora vibraba
más en el silencio que en la música
que su voz de cantor popular quebró 
la mía para siempre y se repite ahora en mí
se duplica y se eleva porque yo
yo no puedo olvidarla

del libro Lengua padre (Libros de Piedra Infinita, 2020)

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